Alguien dijo alguna vez que somos polvo de estrellas. Que
estamos formados por multitud de elementos entrelazados, los cuales tuvieron
origen en algún lugar a cientos de millones de miles de kilómetros de donde nos
encontramos ahora mismo. Seguramente, en el corazón de alguna estrella que, con
su muerte, nos expulsó a vagar por el infinito espacio hasta formar lo que hoy
somos.