domingo, 27 de enero de 2013
Caer y volverse a levantar
Después de tanto tiempo sin dedicaros unas líneas, por fin
me he decidido a escribir de nuevo. Reconozco que si antes no lo hice, no fue
por falta de tiempo, ni de inspiración, sino por desánimo y desgana. Y es que,
caí en lo que tanto predico: me sumí en las sombras de las que siempre os digo
que debéis escapar.
Cuando terminé de escribir la entrada de “¿Vivimos o morimos lentamente?” quedé totalmente orgulloso. Pensé que había escrito algo
bonito, con mensaje, que calaría en muchas personas y les daría fuerzas para
hacer aquello que se propusieran. A mí, ese mensaje que intenté transmitir, me
ayudó a hacer lo que en aquel momento más quería: escribir una entrada en mi
blog para ayudar a aquellas personas que sus problemas son un lastre que les
impide avanzar.
Pero, pasaron los días, y tan solo 7 personas habían leído
la entrada. Pensé que la había escrito para nada, que había perdido el tiempo,
y que este blog solo había sido un bonito sueño con el que todavía estoy
soñando. Había fracasado. Todo aquello por lo que intentaba que luchaseis,
todos aquellos mensajes de que persigáis vuestros sueños, como intentaba
haceros ver en la entrada de “El motivo de los sueños” (que también leyeron
solo 12 personas), todo eso, ya no significaba nada para mí.
Ya no tenía sentido seguir escribiendo, seguir intentado
haceros pensar y recapacitar. Al fin y al cabo nadie leía mis entradas. Pero,
por suerte, releyendo todas las entradas que hasta la fecha había escrito, lo
vi claro.
¿Qué más daba que solamente las hubiesen leído 7 ó 12 personas,
o las que fueran? ¿Qué más daba si el escribir esas entradas a mí me hacía
feliz? Pero sobre todo, ¿acaso no era
importante haber gastado mi tiempo por haber podido ayudar a tan solo una de
esas siete personas? Ahora lo tenía claro.
Y es que daba igual que mis entradas las leyesen 99
personas (como la de “Mi ídolo”) o 19 personas (como la de “La lluvia”). Si aquello a mí conseguía hacerme feliz... ¿Qué más daba que nadie las leyese? Y, es más, si alguien las leía y las
ideas que en ellas intentaba transmitir consiguiesen llegar a solamente una de
las personas que las vieron, habría merecido la pena el esfuerzo por dos veces: Había sido feliz mientras las escribía, y me habría hecho feliz el saber que a alguien le calaron mis ideas.
Por eso estoy aquí de nuevo, escribiéndote a ti,
escribiéndole a solo aquel que haya leído estas escasas cuatrocientas y pico palabras,
para darle las gracias por enseñarme que estaba cayendo en lo que tanto
intentaba advertiros, que me estaba hundiendo en los pantanos de los que tantas
veces os había pedido que huyerais. Gracias de corazón, y os prometo que eso
nunca volverá a pasar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Es como dices, no las habrá leído mucha gente, pero esa gente que lo haya leído, les puede haber ayudado perfectamente, con ayudar a esas pocas personas ya deberías sentirte orgulloso. (:
ResponderEliminar- Christelle.
Si con que tan solo una persona pudiese mejorar su vida, ser más feliz, con el simple hecho de leer las palabras que escribo en este blog, mi vida ya habría tenido un sentido, y podría morir tranquilo.
EliminarNo sentiría orgullo, ni tampoco satisfacción. Sino la más profunda de las felicidades. =)