— Hola, buenas tardes “Acompañante”.
He de admitir, que cuando hablamos por "Aplicación" no te reconocí.
— Hola, “Conductor”.
Sí, comprobé que no me reconociste...
— ¡Qué vergüenza! ¿Te diste cuenta de que no te había reconocido? ¿Cómo?
— Me trataste de forma cálida y simpática.
— ¿y…?
— Últimamente ni tú, ni “Familia”,
ni “Amigos” me tratan así… Se han
vuelto fríos y distantes conmigo.
— Lo siento por ello…
— ¿Puedo subir al coche entonces, “Conductor”?
— Sí, sube, “Acompañante”.
¿Tienes equipaje?
— No. Ya sabes que me gusta viajar ligera.
— Arranco entonces y nos vamos, no esperamos a nadie más,
¿cierto?
— No, a nadie más. Podemos irnos.