lunes, 2 de marzo de 2020

El viaje


— Hola, buenas tardes “Acompañante”. He de admitir, que cuando hablamos por "Aplicación" no te reconocí.
— Hola, Conductor”. Sí, comprobé que no me reconociste...
— ¡Qué vergüenza! ¿Te diste cuenta de que no te había reconocido? ¿Cómo?
— Me trataste de forma cálida y simpática.
— ¿y…?
— Últimamente ni tú, ni Familia”, ni “Amigos” me tratan así… Se han vuelto fríos y distantes conmigo.
— Lo siento por ello…
— ¿Puedo subir al coche entonces, Conductor”?
— Sí, sube, Acompañante. ¿Tienes equipaje?
— No. Ya sabes que me gusta viajar ligera.
— Arranco entonces y nos vamos, no esperamos a nadie más, ¿cierto?
— No, a nadie más. Podemos irnos.


[…]

— La verdad, Acompañante es que he de admitir que me ha sorprendido muchísimo verte de nuevo por aquí. Pensaba que te habías ido muy lejos por un tiempo, tal como hablamos la última vez.
— Tuve que volver: Trabajo. Tú sabes…
— Entiendo… ¿Es por eso que estabas interesada en este viaje? ¿Es un viaje de negocios?
— Sí, pero ya sabes que no me gusta hablar de trabajo en mi tiempo libre. Hablemos de ti… ¡Me han dicho que ahora haces deporte!
— Jejeje… Sí, al menos eso intentamos. Pero no consigo ponerme en forma aun así…
— Yo te veo más delgado y fuerte…
— Gracias… Supongo…
— De nada…

[…]

Conductor, ¿Te acuerdas del primer beso?
— Si te soy sincero, Acompañante, No lo recuerdo mucho…
— No te culpes por ello. Es algo que suele pasar: La mente borra los recuerdos de aquellas personas a las que hemos sacado para siempre de nuestras vidas.
— Si te sigo siendo sincero… No me siento culpable.
—¿Y el primer día que montaste en bici? ¿Lo recuerdas?
— Sí, eso sí lo recuerdo nítidamente.
—¿Hiciste algo digno de mención durante todo este tiempo que no nos vimos, “Conductor”?
— Pues… No… Que yo sepa…
— Lo entiendo. No pasa nada… ¿Te molestan mis preguntas?
— Un poco.
— He escuchado que rehiciste bien tu vida. Ahora vives con Pareja” y habéis adoptado a un perro, ¿no?
— Sí, se llama Perro. ¡Es un perro genial!
— Se nota que lo quieres mucho…
— Sí…

[…]

— Por cierto, Acompañante, no te he preguntado: ¿Vienes hasta el final del trayecto de mi viaje o tengo que dejarte en algún sitio antes?
— No. En unos 10 kilómetros o así nos bajamos.
—¿Nos bajamos? ¿Ambos? Pero yo iba a “Ciudad”…
— Sí, ambos…
— Hmmmmmm… Ya veo… ¡Puuuf, es un fastidio!
— Lo sé. Me han dicho que incluso estuviste a punto de hipotecarte… ¿es cierto?
— Sí…
—¡Vaya! ¡Cuántos proyectos!
— Y ninguno acabado…

[…]

—¿Y ese suspiro, Conductor”?
— No lo sé… ¿Por qué ahora?
—¿Recuerdas que últimamente llevas demasiadas cosas adelante y sientes estrés y agobio? ¿Recuerdas esos dolores físicos que intentas tapar? ¿Recuerdas esas voces que suenan a diario en tu cabeza? ¿Recuerdas todos los avisos que te dieron Pareja”, “Amigos”, “Familia”… y que tú ignoraste?
— Sí…
—¿Recuerdas que, debido a todo eso, ayer no descansaste bien y hoy tienes mucho sueño?
 Sí…
—¿Aun así estás haciendo este viaje, solo?
— Bueno… Estoy contigo…
— Exacto. Es por eso mismo que estoy aquí.

[…]

— “Acompañante”, ¿puedo preguntarte algo?
— Dime, Conductor.
— ¿Falta mucho?
— No, ya casi estamos.
— ¿Será rápido?
— ¿Quieres que así lo sea? ¿No prefieres algo más lento e indoloro que te dé tiempo a despedirte de todos?
— No. La verdad es que, por una vez en mi vida, quiero empezar algo y terminarlo rápido.
— Está bien. Así será.
— Tengo algo de miedo…
— Lo sé, todos lo tienen. Es normal sentirlo. Pero, no te preocupes: He hecho esto un millón de veces. Saldrá bien.
— Vale…

[…]

Conductor, ya llegamos. Aquí es donde nos bajamos. Duerme. Confía en mí.
— Lo siento por todo… Siento que lo hice absolutamente todo mal… Siento que no hice nada digno de mención y que viví una vida apática y vacía… Lo siento tantísimo…
— No es a mí a quién tienes que pedir perdón, Conductor”.
— Lo sé, simplemente lo dije por si hay alguien escuchando y puede oírme…
— En ese caso, seguro que alguien lo escuchó. Ahora, duerme… Es la hora…
— Está bien, “Acompañante… Soy tuyo…

[…]


No hay comentarios:

Publicar un comentario