— Hola, buenas tardes “Acompañante”.
He de admitir, que cuando hablamos por "Aplicación" no te reconocí.
— Hola, “Conductor”.
Sí, comprobé que no me reconociste...
— ¡Qué vergüenza! ¿Te diste cuenta de que no te había reconocido? ¿Cómo?
— Me trataste de forma cálida y simpática.
— ¿y…?
— Últimamente ni tú, ni “Familia”,
ni “Amigos” me tratan así… Se han
vuelto fríos y distantes conmigo.
— Lo siento por ello…
— ¿Puedo subir al coche entonces, “Conductor”?
— Sí, sube, “Acompañante”.
¿Tienes equipaje?
— No. Ya sabes que me gusta viajar ligera.
— Arranco entonces y nos vamos, no esperamos a nadie más,
¿cierto?
[…]
— La verdad, “Acompañante”
es que he de admitir que me ha sorprendido muchísimo verte de nuevo por aquí.
Pensaba que te habías ido muy lejos por un tiempo, tal como hablamos la última
vez.
— Tuve que volver: Trabajo. Tú sabes…
— Entiendo… ¿Es por eso que estabas interesada en este
viaje? ¿Es un viaje de negocios?
— Sí, pero ya sabes que no me gusta hablar de trabajo en mi
tiempo libre. Hablemos de ti… ¡Me han dicho que ahora haces deporte!
— Jejeje… Sí, al menos eso intentamos. Pero no consigo
ponerme en forma aun así…
— Yo te veo más delgado y fuerte…
— Gracias… Supongo…
— De nada…
[…]
— “Conductor”, ¿Te
acuerdas del primer beso?
— Si te soy sincero, “Acompañante”,
No lo recuerdo mucho…
— No te culpes por ello. Es algo que suele pasar: La mente borra
los recuerdos de aquellas personas a las que hemos sacado para siempre de
nuestras vidas.
— Si te sigo siendo sincero… No me siento culpable.
—¿Y el primer día que montaste en bici? ¿Lo recuerdas?
— Sí, eso sí lo recuerdo nítidamente.
—¿Hiciste algo digno de mención durante todo este tiempo que
no nos vimos, “Conductor”?
— Pues… No… Que yo sepa…
— Lo entiendo. No pasa nada… ¿Te molestan mis preguntas?
— Un poco.
— He escuchado que rehiciste bien tu vida. Ahora vives con “Pareja” y habéis adoptado a un perro,
¿no?
— Sí, se llama “Perro”.
¡Es un perro genial!
— Se nota que lo quieres mucho…
— Sí…
[…]
— Por cierto, “Acompañante”,
no te he preguntado: ¿Vienes hasta el final del trayecto de mi viaje o tengo
que dejarte en algún sitio antes?
— No. En unos 10 kilómetros o así nos bajamos.
—¿Nos bajamos? ¿Ambos? Pero yo iba a “Ciudad”…
— Sí, ambos…
— Hmmmmmm… Ya veo… ¡Puuuf, es un fastidio!
— Lo sé. Me han dicho que incluso estuviste a punto de
hipotecarte… ¿es cierto?
— Sí…
—¡Vaya! ¡Cuántos proyectos!
— Y ninguno acabado…
[…]
—¿Y ese suspiro, “Conductor”?
— No lo sé… ¿Por qué ahora?
—¿Recuerdas que últimamente llevas demasiadas cosas adelante
y sientes estrés y agobio? ¿Recuerdas esos dolores físicos que intentas tapar?
¿Recuerdas esas voces que suenan a diario en tu cabeza? ¿Recuerdas todos los
avisos que te dieron “Pareja”, “Amigos”, “Familia”… y que tú ignoraste?
— Sí…
—¿Recuerdas que, debido a todo eso, ayer no descansaste bien
y hoy tienes mucho sueño?
— Sí…
—¿Aun así estás haciendo este viaje, solo?
— Bueno… Estoy contigo…
— Exacto. Es por eso mismo que estoy aquí.
[…]
— “Acompañante”,
¿puedo preguntarte algo?
— Dime, “Conductor”.
— ¿Falta mucho?
— No, ya casi estamos.
— ¿Será rápido?
— ¿Quieres que así lo sea? ¿No prefieres algo más lento e
indoloro que te dé tiempo a despedirte de todos?
— No. La verdad es que, por una vez en mi vida, quiero
empezar algo y terminarlo rápido.
— Está bien. Así será.
— Tengo algo de miedo…
— Lo sé, todos lo tienen. Es normal sentirlo. Pero, no te
preocupes: He hecho esto un millón de veces. Saldrá bien.
— Vale…
[…]
— “Conductor”, ya
llegamos. Aquí es donde nos bajamos. Duerme. Confía en mí.
— Lo siento por todo… Siento que lo hice absolutamente todo
mal… Siento que no hice nada digno de mención y que viví una vida apática y
vacía… Lo siento tantísimo…
— No es a mí a quién tienes que pedir perdón, “Conductor”.
— Lo sé, simplemente lo dije por si hay alguien escuchando y
puede oírme…
— En ese caso, seguro que alguien lo escuchó. Ahora, duerme…
Es la hora…
— Está bien, “Acompañante”…
Soy tuyo…
[…]
No hay comentarios:
Publicar un comentario