jueves, 20 de junio de 2013

Mi Fuerza



Largo es el tiempo y cientos son las palabras que podría dedicar a excusar mi ausencia en fechas señaladas. Pero… ¿de qué serviría buscar una causa entre cientos, un motivo entre miles, una excusa entre un millón…? No, no dedicaré el tiempo en palabras de arrepentimiento, justificando mi conducta o disculpando mi tardanza. Pues el tema que vengo a tratar hoy, no merece mi despiste, ni mucho menos mi delirio. Así que, para abreviar la introducción, que hoy es pidiendo perdón por mi demora, me limitaré a decir que no dispuse del tiempo del que me hubiera gustado disponer para hacer las cosas como deben hacerse.


 A fecha de 20 de junio de 2013, con la edad de 22 años, me considero que soy una persona, que he vivido bastante. Considero, sin ánimo parecer vanidoso ni arrogante, que he vivido más experiencias de las que cualquier persona normal ha podido vivir a lo largo de una vida entera. Y si así fue, que yo haya vivido más de lo que corresponde a mi temprana edad, no es por méritos propios, ni mucho menos. Me considero una persona de recursos, ingeniosa y con mucha imaginación, pero, pese a esas cualidades, no habría vivido todas las experiencias que he tenido de no ser por las circunstancias en las que crecí.

Muchas son las personas que pasan por tu vida, y muy pocas son las que dejan huella. Amigos, familiares, conocidos, desconocidos, extraños, compañeros… cientos de personas con las que te cruzas a diario, con las que compartes rutina, con las que compartes sueños, ambiciones, esperanzas, odios, sentimientos… y sin embargo, pocas son las que llegan a tu corazón y hacen que el simple hecho de imaginar una vida sin ellas, se te haga la más pesada de las cargas.

Y de entre todas esas personas, siempre hay una que destaca por encima de todas. Una figura que te acompaña en tus victorias, pero que también está presente en tus derrotas. Casi siempre manteniéndose al margen de la situación, nunca asumiendo papeles protagonistas. Pero siendo la pieza más importante en el tablero de ajedrez de tu vida. Una persona que te llena de fuerza, de valor, de voluntad y ambición... En definitiva… una mujer, a la que debes tu vida: tu madre.

Es por mi madre, que yo he vivido y he llegado hasta donde estoy ahora. Ella cuido de mí, cuando yo no podía hacerlo a causa de mi corta edad. Me enseñó a andar, a hablar… pero también me enseñó casi todo lo que sé, me ayudó con mis tareas del colegio, estuvo a mi lado en los momentos en que yo enfermaba...

Ella me llevó de viaje a multitud de lugares, me enseñó el mundo tal y como lo conozco hoy. Fue moldeándome como un alfarero lo hace con el barro. Cada lección que me enseñaba, cada sitio que me mostraba… iban haciendo de mí, la persona que soy hoy.

Por ella estoy donde estoy: Estudiando una ingeniería, con un título de músico profesional. Porque existen las personas que dedican una vida entera, entregándose a los demás en cuerpo y alma… para que unos pocos afortunados, consigamos alzarnos más allá de lo que nunca habíamos soñado. 

Si no fuera por ella, yo no habría luchado como ahora la hago. Me habría rendido multitud de veces. Habría tirado la toalla una y otra vez... y en este momento, yo no sería ni la sombra de lo poco que soy.

Dicen que madre no hay más que una. Y yo digo: “¡Qué los dioses nos guarden de lo contrario!” Pues si ya es difícil actuar y llevar una vida, lo más acorde a sus principios, con el fin de hacerla sentir orgullosa, no quisiera imaginarme lo que sería tener que actuar según los designios de tres o cuatro de ellas.

Y es que, no existe mayor satisfacción personal para una persona, que el hacer sentir orgullosa a su madre. Hay personas que por este sentimiento, han llegado a construir ciudades enteras, componer sinfonías, liderar países… Yo, reconozco ser uno de ellos. Pues, no encuentro un modo más digno y honorable para satisfacer a una madre, que el corresponder a todo lo que ella te ha dado. No es una empresa fácil, ¡para nada! pero, tampoco debe serlo para ella el dedicar su vida entera a intentar darte lo mejor. Renegar a sus sueños y anhelos en pos de los tuyos propios.

Hace ya casi tres semanas, mi madre cumplió los 49 años. Yo estuve allí, en una mini fiesta para celebrarlo. Pero, el trabajo me separó de ella a las pocas horas. Luego vinieron los exámenes, y pasaban los días… y no encontraba tiempo para dedicarle unas palabras. Cada día que pasaba, era como una lanza clavada en mi corazón. Hoy, por fin, dispongo del tiempo que me hubiese gustado tener hace 3 semanas. Y aunque, sé que ella ve muy importantes que los regalos de cumpleaños se den justo en ese día, espero que reciba con una sonrisa este austero presente. Y sobre todo que entienda que no me fue posible dárselo antes. 

Solo me gustaría que supiera que, aunque estemos separados por una gran distancia, aunque mi vida parezca que toma un rumbo que me aleja de ella, aunque no pase todo el tiempo que me gustaría a su lado... siempre la tengo presente en mis pensamientos. Que solo quiero poder hacerla sentir orgullosa. Que solo busco el complacerla... Y que, por encima de todas las cosas, me gustaría verla feliz.

Pues, su tristeza, nuestros desacuerdos, nuestras discusiones, nuestras diferencias... son para mí piedras en los bolsillos que me hunden en el pantano oscuro de la agonía. 

Ojalá algún día llegue a ser el hijo que mereces. Ojalá algún día pueda corresponder todo lo que me has dado... Ojalá...

Mi madre: Una persona que ya de joven dedicó la vida a sus hermanos, para después dedicarse a su marido, luego a sus hijos y por último a la familia que dirige ahora. Una mujer con una voluntad de hierro, que nunca puso por delante el bienestar propio al bienestar de su familia. Alguien, que crió a seis hermanos y dos hijos. Alguien que hace que todo en mi vida tenga un sentido, por el simple hecho de luchar por ella...

¡Felicidades atrasadas!

Te quiero, mamá.



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