domingo, 10 de mayo de 2020

El tesoro del Capitán Rogers


—Así que... Quieres el tesoro del capitán Rogers, ¿eh? —dijo un viejo hombre con melena y barba blanca. Posó una pequeña bolsita de cuero, anudada en uno de sus extremos, sobre la mesa—. Esto es lo que necesitas.
—¿Cómo sé que puedo fiarme de ti, Marcus? —dijo un joven y apuesto muchacho con un sombrero de tres puntas y barba perfilada. Una mueca de asco se dibujaba en su cara mientras miraba con desdén al anciano—. Ya engañaste a mi padre hace muchos años. ¿Crees que voy a caer yo también en tus embustes?

El caso Emily


—Espérame en el coche, vuelvo enseguida —dijo Andrew mientras se bajaba del automóvil y cerraba tras de sí la puerta.
—Jefe, no creo que sea buena idea…
—Robert, —Andrew se inclinó asomándose por la ventanilla para mirar a su compañero directamente a los ojos— confía en mí. Jason es un viejo conocido, pero no se fía de los extraños. Es mejor que esperes aquí.
Una lluvia torrencial golpeaba la gabardina gris y el sombrero de Andrew, quien recorrió trotando los pocos metros que separaban el coche de aquella casa solitaria a las afueras de Los Ángeles.

lunes, 2 de marzo de 2020

El viaje


— Hola, buenas tardes “Acompañante”. He de admitir, que cuando hablamos por "Aplicación" no te reconocí.
— Hola, Conductor”. Sí, comprobé que no me reconociste...
— ¡Qué vergüenza! ¿Te diste cuenta de que no te había reconocido? ¿Cómo?
— Me trataste de forma cálida y simpática.
— ¿y…?
— Últimamente ni tú, ni Familia”, ni “Amigos” me tratan así… Se han vuelto fríos y distantes conmigo.
— Lo siento por ello…
— ¿Puedo subir al coche entonces, Conductor”?
— Sí, sube, Acompañante. ¿Tienes equipaje?
— No. Ya sabes que me gusta viajar ligera.
— Arranco entonces y nos vamos, no esperamos a nadie más, ¿cierto?
— No, a nadie más. Podemos irnos.