Tengo una espina clavada que me produce un enorme pesar. Mi
pequeño cerebro no alcanza a comprender las perturbadoras imágenes que mi mente
procesa. Pero, por más que dedico pensamientos en torno al tema, me hallo
frustrado al no encontrar respuesta. Y es que no puedo entender como
determinadas personas prefieren vivir la vida a través de una pantalla de 3
pulgadas, en lugar de hacerlo a lo grande y de manera real.
Infinitos son los casos ya, en los que en las más diversas
ocasiones inapropiadas y fuera de lugar, veo a la mayoría de las personas con
un teléfono móvil en la mano. No hace tanto tiempo, las personas establecíamos
relaciones sociales de manera directa y personal, hoy en día todo se hace de
forma indirecta y desde el peculiar anonimato que nos ofrece internet.
En la parada del autobús, en el tren, en clase, en reuniones
familiares, en compañía de amigos… Siempre habrá alguna persona evadida y
atrapada en su mini mundo portátil, un teléfono móvil de poco más de 3 pulgadas que
sirve de vía de escape cuando el entorno que rodea al usuario no es de su
agrado. Si quieres huir y seguir en tu realidad paralela, tan solo tienes que
sacar pequeña máquina del bolsillo y dejar que su magia te atrape.
Esto no es excusa para que un individuo en mitad de una
reunión de amigos lo saque y se ponga a “hablar” con otros “amigos”, sin prestar atención a aquellos con los que comparte espacio y tiempo. ¿Acaso tienen preferencia aquellos que están ausentes? No es excusa
para que un alumno deje de atender en clase para comprobar sus últimas
actualizaciones en las redes sociales. ¿Acaso no es más importante obtener
conocimientos nuevos de una materia? No es excusa para que un viajero no
aproveche el momento de espera en una estación o en un transporte para conocer nuevas personas y
lugares. ¿Acaso te reporta más conseguir el 100% de un juego virtual?...
Sería hipócrita afirmar que yo nunca hice tales actos, pues confieso
que soy el primero que cuando las cosas no me van bien intento protegerme con
mi armadura, mi fortaleza digital en la que me escondo cuando la frialdad del
mundo me abruma. Pero, ¿Acaso no soy humano? Aun así, no es excusa.
Si tenemos máquinas tan potentes como es un teléfono móvil… ¿Por
qué en lugar de usarlo para acercarnos y establecer más relaciones de forma más
fácil y rápida, lo usamos para distanciarnos de aquellos a quien tenemos cerca?
¿Por qué el ser humano es tan individual, egoísta y egocéntrico? ¿Por qué
cualquier instrumento creado para hacer el bien, acaba teniendo repercusiones
negativas en manos de los hombres?...
Seguid aislándoos en vuestras prisiones virtuales. Seguid
siendo los amos de vuestras propias mazmorras digitales. Que yo seguiré anteponiendo
el calor de una palabra humana, a la frialdad de su lectura en poco más de 3
pulgadas…
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