lunes, 5 de noviembre de 2012

La vida en 3 pulgadas


Tengo una espina clavada que me produce un enorme pesar. Mi pequeño cerebro no alcanza a comprender las perturbadoras imágenes que mi mente procesa. Pero, por más que dedico pensamientos en torno al tema, me hallo frustrado al no encontrar respuesta. Y es que no puedo entender como determinadas personas prefieren vivir la vida a través de una pantalla de 3 pulgadas, en lugar de hacerlo a lo grande y de manera real.


Infinitos son los casos ya, en los que en las más diversas ocasiones inapropiadas y fuera de lugar, veo a la mayoría de las personas con un teléfono móvil en la mano. No hace tanto tiempo, las personas establecíamos relaciones sociales de manera directa y personal, hoy en día todo se hace de forma indirecta y desde el peculiar anonimato que nos ofrece internet.

En la parada del autobús, en el tren, en clase, en reuniones familiares, en compañía de amigos… Siempre habrá alguna persona evadida y atrapada en su mini mundo portátil, un teléfono móvil de poco más de 3 pulgadas que sirve de vía de escape cuando el entorno que rodea al usuario no es de su agrado. Si quieres huir y seguir en tu realidad paralela, tan solo tienes que sacar pequeña máquina del bolsillo y dejar que su magia te atrape.

Esto no es excusa para que un individuo en mitad de una reunión de amigos lo saque  y se ponga a “hablar” con otros “amigos”, sin prestar atención a aquellos con los que comparte espacio y tiempo. ¿Acaso tienen preferencia aquellos que están ausentes? No es excusa para que un alumno deje de atender en clase para comprobar sus últimas actualizaciones en las redes sociales. ¿Acaso no es más importante obtener conocimientos nuevos de una materia? No es excusa para que un viajero no aproveche el momento de espera en una estación o en un transporte para conocer nuevas personas y lugares. ¿Acaso te reporta más conseguir el 100% de un juego virtual?...

Sería hipócrita afirmar que yo nunca hice tales actos, pues confieso que soy el primero que cuando las cosas no me van bien intento protegerme con mi armadura, mi fortaleza digital en la que me escondo cuando la frialdad del mundo me abruma. Pero, ¿Acaso no soy humano? Aun así, no es excusa.

Si tenemos máquinas tan potentes como es un teléfono móvil… ¿Por qué en lugar de usarlo para acercarnos y establecer más relaciones de forma más fácil y rápida, lo usamos para distanciarnos de aquellos a quien tenemos cerca? ¿Por qué el ser humano es tan individual, egoísta y egocéntrico? ¿Por qué cualquier instrumento creado para hacer el bien, acaba teniendo repercusiones negativas en manos de los hombres?...

Seguid aislándoos en vuestras prisiones virtuales. Seguid siendo los amos de vuestras propias mazmorras digitales. Que yo seguiré anteponiendo el calor de una palabra humana, a la frialdad de su lectura en poco más de 3 pulgadas…

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