domingo, 2 de diciembre de 2012

Tierna y triste juventud


Muchísimos son los recuerdos que tengo de cuando era niño. Esas tardes interminables de verano en lo que lo único que necesitábamos era una bicicleta, buena compañía y cantidades ingentes de imaginación. Recuerdo defender castillos de piedra, barro y madera a base de espadas hechas de palo y lanzas de caña. Recuerdo volar con mi avión de cartón y plástico por el cielo azul. Conquistar mundos deshabitados, construir palacios, pilotar naves interestelares, recrear guerras con soldados de juguete en las que siempre acaba triunfando la paz.

En definitiva, nos divertíamos con muy poco, pues todo estaba en nuestras mentes. Aquello nos hizo inteligentes e imaginativos, soñadores y ambiciosos. Nos convirtió en personas inconformistas que siempre perseguirían sus metas. Guerreros con afán de superación. Nos convirtieron en gladiadores de la vida.

Y me consta que nuestros abuelos y bisabuelos vivieron más a tope aún sus etapas tempranas ya que cuando yo tuve el gusto de disfrutarlas lo hice en una época de cambio en la que combinar tardes de videojuegos y consola con tardes de amigos y aventuras era lo normal. Aún así me considero que pasé una bonita infancia de la que guardo millones de recuerdos e historias.

Pero, un gran pesar siento en mi corazón, cuando en los tiempos que corren miro a la cara a esa misma juventud y solo son capaces de pulsar botones mientras están sentados frente a sus respectivas pantallas. Se pasan las tardes jugando a videojuegos o hablando por las distintas redes sociales. No saben vivir en plenitud. Y lo peor... ¿qué cabe esperar que hayan aprendido los niños y jóvenes de hoy en día de esas primeras etapas cuando lleguen a edades adultas?

No creo que hayan aprendido nada ni tampoco que recuerden mucho de la realidad en la que ahora están sumidos, pues los recuerdos de juegos de ordenador y consola se olvidan y se borran de la memoria. Lo digo por experiencia, ya que yo también jugué y sigo jugando de manera intermitente hoy en día. Me entristece muchísimo que por culpa de grandes multinacionales dedicadas al sector de las videoconsolas y la informática, y por unos padres incompetentes que solo quieren que su hijo no moleste mientras ellos se dedican a quehaceres más importantes, nuestros jóvenes tengan que pagarlo enganchados a esa droga digital.

¿No habéis visto que los niños, llegando estas fechas tan señaladas, en lugar de soñar con una bicicleta o con un balón de fútbol, lo hacen con otro juego para su colección o con un aparato nuevo en el que poder jugar al último título del momento? ¿No os entristece pensar que estos niños no vivirán todas las experiencias por las que vosotros habéis pasado? ¿Son felices con la vida que llevan?

A mi parecer no son felices ya que siempre parecen aburridos y un poco perdidos. No conocen más diversión que la que pueden otorgarle aparatos digitales programados para la "diversión" y como toda droga, siempre necesitan más para saciarse. Tienen blackberrys a la edad de 8 años, la última videoconsola del momento, infinidad de juegos, ordenadores, tablets, cámaras de fotos. Objetos y bienes materiales que los tienen sumidos en un mundo paralelo. Objetos que no pueden transmitirle la sensación de construir tu primera cabaña, de explorar campos vecinos, de conquistar ruinas, de tocar en un grupo, de sentir la amistad y el compañerismo de un amigo, que más que amigo era un hermano.

Me entristezco muchísimo cuando veo a alguien "jugando" o "hablando" solo, ante una pantalla, en lugar de estar por ahí comiéndose el mundo y viviendo la corta vida con la que se nos ha regalado. Me entristece pensar que los sentimientos que yo tuve la fortuna de sentir caigan en el olvido cuando nuestra generación muera. Y ojalá pudiese hacer algo más que limitarme a verlos atrapados en un mundo alternativo y escribir en este blog denunciando su ausencia de afán por vivir. Ojalá pudiese transmitirle a un niño, a un adolescente o a un adulto lo mucho que yo daría por volver a vivir esos años, por volver a tener la oportunidad de ser feliz...

3 comentarios:

  1. Siempre que haya un espiritu lleno de vida, lleno de ganas, al lado de uno de esos que yo comparto que hay hoy en dia (sentados y jugando solos ante un televisor) no podemos tirar la toalla, debemos contagiarlos de nuestra ganas de vida, y te puedo decir que hay mucha juventud con grandes e inquietudes que buscan algo más que un videojuego, y en esa juventud es en la que confiamos,pues como está todo si de algo estoy convencida es de que tenemos que retomar los valores de la familia, de la unión con todos y dejarnos de ser seres individuales puesto que no nacimos para estar solos, por naturaleza necesitamos relacionarnos..confia en que todo cambiará...

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    1. El problema no es que los jóvenes ya no tengan ganas de vivir, sino que ahora la sociedad los enseña a ser sumisos y a no tener sueños por encima de sus posibilidades. Si educamos a los niños en que la máxima diversión a la que aspiran es a la que puede otorgarle una tarde frente a una pantalla ¿qué cabe esperar de ellos? También es cierto que hay jóvenes llenos de ilusión y ganas de comerse el mundo, con padres que los enseñan a vivir en plenitud. Pero a lo que yo me refiero es que últimamente se ha incrementado el número de los "jóvenes pasivos".

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  2. Cierto..tienes toda la razón...completamente de acuaerdo

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